Hace instantes sorprendió la noticia de la muerte de Ivana Trump, la primera esposa del polémico Donald, un exitoso magnate que llegó a presidente de los Estados Unidos. Durante el tiempo que estuvieron juntos dominaron la escena social elitista neoyorkina.
Ella supo imponer sus estilismos hasta transformarse en un ícono en aquellos años. Su peinado recogido y voluminoso fue una de sus marcas personales. Cuidó su imagen hasta sus últimos días: hace poco se conocieron imágenes de ella yendo a la peluquería.
Había nacido el 20 de febrero de 1949 en el territorio que se conocía como Checoslovaquia. Fue modelo, esquiadora y empresaria, entre muchas cosas y saltó a la fama mundialmente al casarse con el magnate Donald Trump en 1977, tan solo 8 meses después de conocerlo.
Durante los casi 14 años que duró su matrimonio, tuvieron 3 hijos: Donald, Ivanka y Eric. Pero en 1991 se separaron y protagonizaron un mediático y millonario divorcio. Finalmente, cuando los equipos legales de ambos lograron el acuerdo formaron los papeles e Ivana recibió $ 25 millones en efectivo, la mansión familiar de 41 habitaciones en Connecticut, un millón en subsidio de vivienda, $ 5.350 mil dólares anuales de pensión alimenticia, todas sus joyas y el 49% de Mar-a-Lago, la casa ubicada en Palm Beach, que también sirve como club privado de la playa de la élite estadounidense.
No obstante, transcurridos varios años de aquel suceso mediático que los enfrentó, lograron una buena relación de ex pareja. Tanto, que cuando Donald llegó a la presidencia de los EEUU, le ofreció un puesto como embajadora ante la República Checa, lo que la empresaria rechazó.
Publicó un libro autobiográfico en el que, además de sus memorias, brindó detalles de la relación con el político. Raising Trump (Criando a los Trump, en español), hablaba, entre otras cosas, de cómo fue criar a sus hijos. Allí se definía a sí misma como una “madre leona” asegurando que ella fue la que enseñó a sus hijos “las lecciones más importantes de la vida: la lealtad, la honestidad, la integridad y la unidad”. “Creo que el crédito de criar a unos hijos tan estupendos me pertenece”, sentencia. “Estuve a cargo de criarles antes de nuestro divorcio, y tuve la custodia completa tras nuestra ruptura. Yo tomé las decisiones sobre su educación, sus actividades, sus viajes”, dice Ivana en el libro. Eso sí, asegura que sus hijos son leales a Donald Trump porque fue y es un buen padre (el único punto a favor que supo decir Hillary Clinton durante uno de los debates televisados de la carrera presidencial).
“Todos los días, la gente me pregunta cómo crie unos chicos tan estupendos. Se quedan maravillados cuando les digo que no había magia en su crianza. Yo era una madre dura y cariñosa que les enseñó el valor de un dólar, a no mentir, engañar, robar, a respetar a los otros”, relata la sinopsis del libro. Motivos por lo que está segura de que Donald Trump no va a ser el único de la familia en vivir en la Casa Blanca, y apunta directamente a su hija Ivanka, de quien en el libro recuerda su enfado cuando a los 14 años apareció en casa con el cabello teñido de azul. También desvela otras anécdotas, como que sus hijos viajaban en la clase económica mientras ella iba en asientos de primera para no malcriarles.
En sus páginas, también recuerda su infancia en Europa, sus inicios como modelo, su rol en el imperio Trump durante sus años de matrimonio y del sufrimiento que le causó a ella y a sus hijos la infidelidad del magnate que acabó con el matrimonio. Según revela, su hijo mayor Donald Jr estuvo un año sin hablar con su padre tras la separación. Una separación que ella fue consciente de que se iba a producir en diciembre de 1989, según relata en uno de los episodios: “Una mujer rubia se me acercó de la nada y me dijo: ‘Soy Marla y amo a tu marido. ¿Tú le quieres?’. Le dije: ‘Piérdete. Yo quiero a mi marido’. Fue vulgar, pero estaba en shock”, escribe. Un año después, Marla Maples hablaba de la infidelidad del magnate neoyorquino en una entrevista en el New York Post titulada El mejor sexo que he tenido nunca.
En entrevista con la CBS, Ivana se había referido a las posteriores esposas de su ex. Con respecto a Marla Maples, madre de una de sus hijas, reconoció que nunca había logrado llevarse bien. Aunque sí con Melania: “Porque una no es nadie y la otra es la primera dama”, dijo en aquel entonces. Anteriormente, había escrito tres novelas y un libro de autoayuda.
Tras su divorcio con Donald Trump, se casó en otras dos ocasiones; la primera con el empresario Riccardo Mazzucchelli, cuyo matrimonio duró menos de dos años, y la segunda con el actor Rossano Rubicondi.
Ivana Trump atrajo casi tanta atención de los medios como su esposo y juntos ayudaron a definir la década de 1980 entre la élite social de Nueva York, una imagen que Trump usó para impulsar su giro como una personalidad televisiva descomunal antes de su candidatura de 2016 a la presidencia de Estados Unidos.