Narges Mohammadi, destacada defensora iraní de los derechos de la mujer, ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2023. Mohammadi cumple varias condenas en la prisión de Evin, en Teherán, acusada, entre otros cargos, de difundir propaganda contra el Estado. Fue distinguida por el comité por “su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y su lucha por promover los derechos humanos y la libertad para todos”.
El premio llega en un momento en que las mujeres de Irán y de todo el mundo siguen protestando por el trato que reciben en el país tras la muerte de Mahsa Amini, quien se encontraba bajo custodia de la policía de moralidad por violar supuestamente el código de vestimenta femenino de la República Islámica.
Según el comité: “El lema adoptado por las manifestantes –"Mujer-Vida-Libertad”– expresa adecuadamente la dedicación y el trabajo de Narges Mohammadi".
El hecho de que las protestas por la Libertad de la Mujer y la Vida hayan perdurado tanto tiempo frente a la represión del Estado iraní es de por sí notable. Este año, que ha vivido la última oleada de batallas libradas por las mujeres contra el autoritarismo religioso, parece estar provocando un cambio sin precedentes en las décadas de lucha contra uno de los regímenes más represivos de la historia moderna.
Tras la revolución de 1979 en Irán, los clérigos islámicos dirigidos por el ayatolá Ruhollah Jomeini se hicieron con el control del gobierno. El régimen introdujo rápidamente una serie de leyes opresivas destinadas específicamente a las mujeres. Pero a pesar de la violencia dirigida contra ellas, continuaron al frente de las protestas.
Narges Mohamaddi se unió a la lucha como estudiante a principios de la década de 1990. Tras licenciarse en física y trabajar como ingeniera, empezó a defender los derechos de la mujer y a escribir columnas en periódicos reformistas.
Fue detenida por primera vez en 1998 por sus críticas al gobierno iraní. En 2003 ya trabajaba en el Centro de Defensores de los Derechos Humanos de Teherán, creado por Shirin Ebadi, galardonada con el Premio Nobel de la Paz de ese año, siendo la primera mujer del mundo islámico en recibir el galardón.
Mohammadi ha sido detenida 13 veces y condenada en cinco ocasiones a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos. Fue encarcelada en la prisión más conocida de Teherán en 2022, cuando las protestas de Mujer-Vida-Libertad comenzaron a tener reconocimiento mundial.
Mohammadi organizó acciones solidarias con otras reclusas y fue castigada por las autoridades prohibiéndole las visitas y las llamadas telefónicas. A pesar de ello, consiguió sacar a escondidas un artículo que escribió para el New York Times, que se publicó en septiembre de 2023 con el siguiente titular: “Cuanto más nos encierran, más fuertes nos hacemos”.
Las voces de las mujeres se alzan en protesta
Los movimientos liderados por mujeres han sido a menudo eficaces para forzar el cambio democrático. Los ejemplos son abundantes a lo largo de la historia.
En Argentina, en los últimos años, el movimiento #NiUnaMenos, que busca justicia por los femicidios, llevó en 2019 directamente a la creación por parte del gobierno del presidente Alberto Fernández de un nuevo Ministerio de la Mujer, Género y Diversidad.
Las mujeres han ocupado un lugar destacado en el movimiento por los derechos en Chile, tanto antes como después de la dictadura de Pinochet. El actual movimiento feminista, que reclama el derecho al aborto, ha sido fuertemente influenciado por #NiUnaMenos.
Como resultado de sus demandas, se incluyeron protecciones legales para el aborto en una nueva constitución que se preparó en 2022 para sustituir a la constitución establecida bajo el régimen de Pinochet. En septiembre de 2022, un plebiscito rechazó la nueva redacción constitucional, pero las mujeres siguen batallando mientras continúa el debate.
Mujer-Vida-Libertad
Mientras tanto, las iraníes siguen marchando por sus derechos. Un año después de que el movimiento cobrara vida, sigue siendo imposible predecir si tendrá éxito frente a la salvaje represión del clero y sus partidarios conservadores.
Pero la sensación de invencibilidad del régimen –y la marginación de las mujeres de la política– se ha visto seriamente puesta en duda. Aunque los servicios de seguridad intenten reprimir a los manifestantes, la lucha continuará.
Incluso si las protestas no conducen al colapso del régimen, las voces femeninas que exigen libertad de expresión, autonomía corporal y compromiso político pueden haber cambiado ya el panorama social y político en Irán.
El jurado del Premio Nobel ha reconocido la labor de Narges Mohammadi durante 30 años de lucha. Pero ha dejado claro que el premio es también para los “cientos de miles de personas que, el año anterior, se manifestaron contra las políticas de discriminación y opresión del régimen teocrático contra las mujeres”.
Las voces de las mujeres se están convirtiendo en una seria amenaza para la legitimidad de la teocracia iraní. Los escépticos pueden decir que en el pasado el régimen siempre ha utilizado con éxito la violencia y la censura para silenciar las protestas. Pero esta nueva oleada de protestas ha resonado en todo el mundo, elevando el perfil de la lucha de las mujeres en las calles de las ciudades iraníes y animando a las mujeres de todo el planeta a luchar por sus propios derechos y libertades.
Nacida en 1972, es periodista y madre de gemelos adolescentes. Su hijo Ali, de 17 años, declaró en una conferencia de prensa que estaba "muy, muy orgulloso" de su madre. El premio es "una recompensa para el pueblo iraní", dijo en París, donde vive exiliado con su hermana gemela y su padre, Taghi Rahmani.
Conocida la distinción, la ONU reclamó su inmediata puesta en libertad "y la de todos los defensores de los derechos humanos encarcelados en Irán". "El caso de Narges Mohammadi es emblemático de los enormes riesgos que asumen las mujeres para defender los derechos de todos los iraníes. Pedimos su liberación y la de todos los defensores de los derechos humanos encarcelados en Irán", reaccionó la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
"El precio de la lucha no es solamente la tortura y la cárcel, es un corazón que se desgarra con cada privación, un sufrimiento que penetra hasta la médula", escribió Mohammadi a la agencia de noticias AFP en septiembre. "Hace más de ocho años que no veo a Kiana y Ali, y hace más de un año y medio que no he escuchado siquiera su voz. Es un dolor insoportable e indescriptible", lamentó.
Su esposo Rahmani expresó recientemente que solo tuvieron "cinco o seis años de vida común en 24 años de matrimonio", remarcó que la activista tiene una dolencia cardíaca y aseguró que "es la persona más decidida" que conoce, que "nunca se ha rendido, no pueden romperla".
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