Quien es Ottoline, la "mentora" de la Reina Máxima
 

Quien es Ottoline, la "mentora" de la Reina Máxima

Ottoline Gaarlandt
La llaman "la hacedora de las princesas" y fue la encargada de instruir a Máxima sobre la cultura holandesa y los usos y costumbres de la familia real. Además le enseño todo lo que necesitaba para casarse con Guillermo Alejandro y lograr convertirse en quien es hoy.
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En la biografía de Máxima Zorreguieta, donde narra la vida pasada y presente de la monarca de Los Países Bajos, se revelan aspectos desconocidos de la royal argentina. El libro se titula "Máxima. La construcción de una reina" y fue escrito por Paula Galloni y Rodoldo Vera Calderón, periodistas expertos en realeza, con larga trayectoria en medios especializados en el tema.

Allí en uno de los capítulos, los autores hacen referencia a una mujer poco conocida que sería la persona quién educó e instruyó a la actual Reina sobre su futuro rol como miembro de la realeza. Se llama Ottoline Antoinette "Lieke" Gaarlandt, de soltera van Voorst van Beest, y desde 1993 hasta 2001 fue una de las hofdames de la reina Beatriz.

Ottoline Gaarlandt fue la mentora de la Reina Máxima.

"Así como la reina Isabel II le encomendó a la baronesa Fermoy que se ocupara de preparar a su
nieta Diana Spencer para su ingreso en la corte tras su matrimonio con Carlos de Gales, Beatriz envió a Ottoline Gaarlandt-van Voorst van Beest, una de sus amigas más cercanas y fieles damas de compañía apodada la "hacedora de princesas”, para que educara a Máxima sobre su futuro rol como miembro de la realeza. Debía "formar" una futura reina consorte con meticulosidad y rigor ante la cual los holandeses cayeran rendidos", dice el libro escrito por Paula Galloni y Rodoldo Vera Calderón.

Quién es Ottoline Gaarlandt

Lieke Gaarlandt nació en Naarden en 1947 y es hija de una familia de la aristocracia holandesa, los Van Heurn. En 1972, después de estudiar francés y casarse, Gaarlandt empezó a trabajar como profesora de ese idioma en un centro privado de secundaria y a los años siguientes comenzó a dar clases en la Erasmiaans Gymnasiumm, una de las escuelas de gramática más antiguas y prestigiosas de los Países Bajos.

Ottoline Gaarlandt.

En 1993 entró al servicio de la reina Beatriz y en el año 2001, después de que su hijo Guillermo se prometiera con Máxima Zorreguieta, la entonces reina Beatriz cedió a la argentina su dama de honor para que supervisara su entrenamiento como princesa de Orange. Fue Lieke Gaarlandt, a quien algunos apodan "la hacedora de reinas”, la que le enseñó a Máxima todo lo que necesitaba aprender sobre la cultura holandesa y las costumbres de la familia real, acompañándola ese mismo año a un largo viaje a las distintas provincias de los Países Bajos.

Su formación duró cuatro años y en el 2013, cuando la reina Beatriz abdicó del trono y Máxima se convirtió en la reina consorte de los holandeses, Lieke Gaarlandt fue entonces asignada oficialmente a Máxima de Holanda.

Ottoline Gaarlandt junto a Máxima y otras mujeres que ayudaron a Máxima a ser quién es hoy.

En la actualidad, la prensa holandesa sostiene que Lieke se habría jubilado, lo cierto es que Máxima habría decidido alejarla de su círculo más cerrado por considerarla una suerte de 'espia' de su suegra, la princesa Beatriz.

Cómo influyó Ottoline en la reina Máxima: su estilo y transformación

En la biografía de Máxima, también cuentan: "Criada en un país en el que las mujeres de la clase media se tiñen el pelo, se hacen la manicura una vez por semana y tienen una modista de cabecera que les copie las últimas tendencias de la moda europea, no estaba dispuesta a dejar algunas de las costumbres plebeyas que la acompañaron toda su vida, y que no solo hechizaron a su
97 príncipe azul sino que le otorgaron parte de su identidad dentro de palacio.

Porque si bien tuvo a la aristócrata Ottoline Gaarlandt como su mentora y tutora para entender y aprender todas las costumbres y prácticas de la corte de los Orange, hubo algunas cosas que no estuvo dispuesta a negociar: las mechas rubias, el largo de su pelo entresacado debajo de los hombros y el esmalte de color en sus uñas.

El resto era totalmente nuevo para ella y estaba dispuesta a ser la mejor alumna, a sorprender a los holandeses, pero sobre todo a conquistarlos con su estilo y su optimismo, ya que su pasado familiar todavía hacía a muchos dudar sobre su idoneidad para ser la mujer del futuro rey. Tenía que encontrar su identidad, y su imagen latinoamericana sería su mejor aliada".

La transformación de la reina Máxima

"La transformación no fue inmediata. Durante los primeros años aún se notaba en los modelos que lucía la influencia y la manera en la que la burguesía argentina encara la moda. Por ejemplo, en el bautizo de la princesa heredera Amalia, Máxima eligió un traje de dos piezas en brocato blanco con cuello chimenea, botones forrados y dos grandes moños como toque final. Todos ellos detalles típicos de una madrina de bautismo que asiste a la iglesia del Pilar de la Recoleta porteña.

En comparación con otras royals de su condición, como Letizia de España, Mary de Dinamarca o Matilde de Bélgica, los atuendos y accesorios elegidos para los bautismos de sus hijas siempre fueron demasiado para su nuevo mundo. Por varios años tuvo más cosas en común con la estridencia de Susana Giménez que con el garbo de Grace Kelly".

Fuente: libro "Máxima. La construcción de una reina", escrito por Paula Galloni y Rodoldo Vera Calderón

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