Ricky Sarkany brindó una entrevista, íntima y profunda, a Julio Leiva, el periodista que conduce el ciclo Caja Negra.
En ella abordó varios aspectos de su carrera y de su vida, entre anécdotas y recuerdos. Y no faltó un conmovedor pasaje que dedicó a su hija, Sofía, quien murió hace dos años.
El diseñador hizo hincapié en el ejemplo y las enseñanzas que le dejó su hija en sus 31 años de vida. Y en cómo, de a poco, está encontrando un sentido a lo sucedido y recibiendo "señales".
Ricky Sarkany y una experiencia transformadora
"Luego pasaron ciertas cosas. De mi ateísmo puro, de necesitar seis escribanos que me pongan un sello para contarme que esto que pasa aquí es verdad. Lo primero que te dicen es 'estate atento a señales que puede haber'", relató.
Después de la muerte e Sofía, "estuve un mes sin salir del departamento, en Miami, la forma más sencilla de mitigar el dolor era tirarme por el balcón”, afirmó, y profundizó en esta situación: “Es de gente totalmente débil y no era mi caso, pero el dolor es tan grande que uno lo quiere apaciguar de alguna manera”.
En ese contexto llegaría el mensaje tan esperado: “No me afeitaba, comía lo mínimo", detalló y luego contó que los familiares que lo acompañaban lo obligaron a salir a caminar, aunque él no quería.
Con barbijo y gorra, Sarkany junto a sus cuñados salieron por el centro de Miami. Describió la ubicación de su casa y el rumbo que decidieron tomar. En el camino, se cruzaron con dos personas "dos argentinos, los reconocí inmediatamente", dijo, admitiendo que le había visto cara conocida a uno de ellos y que bajó la cabeza.
Después de unos metros de habérselos cruzado, uno de ellos lo llama por su nombre y se presenta, tras alcanzarlo corriendo: "Mucho gusto, soy Gustavo Yankelevich. La verdad es que recibiste miles de mensajes... mío, ninguno".
Y continuó: "La verdad es que yo no estoy acá de casualidad. A mí me mandaron" y luego describió el camino que había hecho el productor, algo para nada frecuente en él que, a sus 70 años había caminado casi 6 kilómetros y una serie de cuestiones que hicieron que, inexplicablemente, haya estado en ese lugar y junto a él en ese instante en el que se encontraron. A ambos los unía el dolor máximo e inexplicable de haber perdido a sus hijas.
"Yo tengo que hablar con vos", contó Sarkany que le dijo el papá de Romina Yan. "Y me encontré con él y me contó con total confidencialidad ciertas cosas que pasaron, y ahí es cuando empecé a entender que nada se rompe, todo se transforma y que sabemos muy poco de la vida, poco del universo, poco del tema espiritual”.
Un poco de luz en medio de la oscuridad
"Yo no sé cómo encontrar algo hermoso dentro de lo que pasó. Es un sentimiento tremendo, desgarrador. Y el desafío es transformar", reflexionó Sarkany, quien lo relacionó a cómo transforman los materiales (cuero, taco, suela) en algo que alguien luego quiere tener y que le encanta. Y siguió: "Y transformar el dolor más tremendo que puede sufrir una persona en el recuerdo más hermoso".
"Me pasaron personalmente infinidad de cosas. Voy al psicólogo y le digo 'si estoy loco, por favor, avisame. Quiero estar seguro'. Me pasaron cosas y contactos especiales que me hicieron entender un sentido distinto de la vida".