En esta edición de Las Elegidas, en Para Ti presentamos a dos mujeres emprendedoras que lograron crear y liderar empresas en la industria textil argentina.
Siendo ambas muy jóvenes, se animaron, rompieron esquemas y fueron por su objetivo: darle vida a compañías internacionales.
No habituadas a realizar fotos en un estudio profesional, tanto Isabel como Roxana comenzaron a posar con timidez. Eso mismo aclararon antes de rodar sus videos de presentación: "No estamos acostumbradas a estas cosas", se encargaron de aclarar las dos.
Pero no se dieron cuenta, en el momento en que cada una realizaba su elocución, de la fuerza y la convicción que fueron ganado conforme fueron hablando de su tarea, de su trabajo. De lo que las moviliza y las impulsa a levantarse cada día. De lo que tuvieron que relegar para ser quienes son... y de lo que lograron.
Las historias de Isabel Waynstock y Roxana Pillas son ejemplos del esfuerzo que se necesita para crear una empresa reconocida en la industria de la moda y liderarla, siendo mujer y se las contamos a continuación.
Isabel Waynstock: aprender todos los días
Isabel estudiaba Ciencias Económicas y trabajaba "entre telas y máquinas de coser". Aprendía sin cesar sobre los procesos y tenía muchas ganas de hacer. "Planté y me puse a trabajar con todo. Fue a mitad de carrera y después dejé".
Y hoy, después de varias décadas de trabajo -y en plena actividad- reflexiona sobre su trabajo y reconoce: "Más que emprendedoras somos empujadoras”, dice entre risas. Es que ella bien lo sabe por su experiencia al frente de la empresa textil argentina que en diez años logró insertarse en el mercado brasileño y que confecciona prendas para grandes marcas con altos estándares de calidad y complejidad en sus diseños.
"Hace muchos años que me dedico a esto, hubo varias etapas, siempre haciendo lo mismo. En la primera empresa en que trabajé de administrativa, siempre aprendiendo".
Su carrera por el mundo textil empezó cuando era chica y trabajaba como empleada en corsetería y lencería. “Aprendí mirando, incluso el nacimiento de las nuevas fibras”, recuerda. Cuando le llegó el momento de emprender, empezó sola en su casa, donde confeccionaba artículos lenceros como bodies. De a poco, se fue agregando más gente.
"Fuimos creciendo sin darnos cuenta", reconoce y agrega: "A través de la lencería y corsetería, que siempre es más cuidada que otras prendas, fuimos derivando en productos terminados de punto y de plano de moda, y fuimos sumando clientes y cabalgando en los avatares de los años en este país".
Isabel lidera una empresa familiar: trabaja junto a su marido, quien hace las tareas administrativas. Pero también con su hijo y su nuera, a cargo de la producción. "Yo me ocupo de la parte de desarrollo, o sea, del artículo desde que empieza. Hago todos los artículos de moda que se renuevan todas las temporadas, entonces es desde el desarrollo, la búsqueda a veces de tela, de materiales de puntillas, de bordados, depende del artículo de que se trate. Y cuando está terminado, aprobado para la producción, ya pasa según las fechas de entrega y demás, al ámbito de mi hijo".
En la actualidad tienen más de 80 empleados y hacen desde el desarrollo, aportando ideas, telas y productos a los clientes, con quienes trabajan en conjunto. El crecimiento fue acompañado por el pensamiento optimista “de que todo va a estar bien”, a pesar de los desafíos que encuentran día a día.
Y, pese a las vicisitudes que se presentan todo el tiempo, afirma: “El desafío fundamental siempre fue seguir existiendo porque, en algunos casos, fueron muy profundos los movimientos en el país, como en 2001 y la pandemia”, explica y confiesa: “Pero tenemos amor en lo que hacemos, yo me enamoro del trabajo y quiero seguir haciéndolo hasta que pueda. Me gusta el país, apuesto al país”.
Cuando empezaste y viendo cómo es hoy tu vida ¿Alguna vez imaginaste que ibas a lograr esto?
-No. Para nada. Trabajaba, trabajaba. Tal vez tenía el mismo criterio que tengo, de conservar siempre la humildad y seguir aprendiendo, ir para adelante. No, no imaginé esto, no imaginaba tanto.
¿Qué pasaba a tu alrededor con las mujeres de tu círculo?
-Tenía muchas amigas que no trabajaban, era otra época. Cuando yo era muy jovencita, no era bien visto en algunos círculos, que una mujer que se casara trabaje. ¡Hasta eso!
Isabel es mujer, empresaria y líder. No se reconoce sin trabajar, sin hacer. Pero es consciente de que para lograrlo, tuvo que romper barreras. "Hoy me parece una barbaridad. En esa época, no me importaba nada pero, digamos, era así y muchas de mis amigas no trabajaban. Y otras empezaron a trabajar más tarde".
"Más tarde me casé y tuve mis hijos, siempre trabajando, trabajando, trabajando y tratando de crecer. Eso estaba dentro de mi ADN, ¡lo quería hacer! No es que quería tener un avión, cuatro casas en la en la Costa Azul... no. Quería estar bien y crecer, que es lo mismo que sigo queriendo hoy".
Para finalizar, reflexiona: "Siempre consideré que el trabajo es la columna vertebral de una persona. Lo sigo pensando en general, incluso a nivel país. Cuando hay trabajo, la cosa es otra".
Roxana Pillas: los sueños se hacen realidad
Roxana era una adolescente cuando comenzó a trabajar: "A los 14 años empecé, mi papá tenía una fábrica de indumentaria y yo jugaba entre los rollos de tela y mamé lo que era una máquina de coser, caminaba entre ellas y las mesas de corte".
Luego cuenta una experiencia que marcó un antes y un después para ella. "Las políticas hicieron que todo esto se cerrara. Eso a mí me marcó mucho, ese desapego hacia la gente, que no tenía dónde vivir ni con qué comer. Yo era muy chiquita, pensaba 'qué bueno, sería dar trabajo'. Desde ahí arrancó mi motivación por la empresa", confiesa.
A lo largo de su vida tuvo muchos negocios. "Yo me hacía cargo de la producción, entre los 15 y los venitpico de años. En la parte empresarial iba cada vez mejor, creciendo ampliamente, en una empresa familiar: estaba mi mamá, mi papá y dos hermanas más, que decidieron el camino de ser mamás y no dedicarse a las empresas porque no les gustaba. Entonces mi papá se apoyó en mí porque era el hijo varón que no había".
"Yo cubrí ese lugar siendo una mujer creo que también eso me habilitó, inconscientemente, porque si tu papá te avala tu mamá te avala. Siempre lo enfrenté desde ese lugar".
¿Cómo fue para vos este desafío, siendo mujer?
-Me costó mucho desde lo emocional, con respecto lo que es las parejas y la vida personal. Después una se acomoda, eso lo tomás como experiencia y te da la posibilidad de otras cosas. Después, ya vino, más tarde que lo que hace todo el mundo, pero bien.
Luego añade: "Agradezco a mi papá que me dio la oportunidad de crecer. Y es lo que trato de transmitir, ojalá lo pueda hacer con mis hijos -y que la gente lo haga con sus hijos- es dar la posibilidad de que se equivoquen... es la única manera que tienen de aprender, de crecer y de seguir para adelante", reflexiona.
Y, si bien reconoce que antes caía sobre la mujer el rol de educadora en el seno familiar, que la obligaba a tener que elegir entre la familia o la profesión, "ahora eso está cambiando" y que es preciso "dar la posibilidad de que un hombre y una mujer estén en las mismas condiciones".
Teniendo 32 años, Roxana se encontró con el padre de sus dos hijos, quien es actualmente su socio. Después de algunos años en los que se dedicó a la maternidad, retomó su actividad. En 2002, quien era por entonces su ex marido, se transformó en su socio. "Cada uno en su lugar con la experiencia de tener empresas familiares y respetándonos: eso es fundamental, en las Pymes, que cada uno tenga un lugar que tome. Lo haga bien, lo haga mal, hay que respetarlo y así cada uno en su lugar, hay que crecer", reconoce.
A partir de ese momento, con su experiencia de 50 años en el rubro textil, comenzó a producir para las grandes marcas de indumentaria deportiva y "ahí empezó a crecer la empresa". "Comenzamos con cinco empleados y hoy tenemos 180, sumado a otra empresa que generamos en La Rioja", detalla.
"Mi mayor logro es haber alcanzado mis sueños", anuncia orgullosa. Sus raíces y su pasión se fusionaron para convertirla en la emprendedora que es hoy.
Eso sí, el camino nunca fue en línea recta y los obstáculos a sortear le dieron cada vez más herramientas para fortalecerse. "Los desafíos fueron millones porque en la Argentina son infinitos. Desde la hiperinflación hasta los mercados externos cuando te abren la importación, la desigualdad de poder en todo sentido", reconoce y cuenta, divertida: "Yo siempre digo que nosotros somos el jamón del medio".
Es por este motivo que Roxana considera que "cuando se es emprendedor, el día que amanece con qué se va a encontrar. Siempre hay cosas muy lindas y hay otras que son difíciles de procesar. Pero uno siempre mira lo positivo", cierra esperanzada.
¿Cómo se crece en un contexto que a veces es bastante adverso?
-Uno no mira qué es lo que va a hacer: uno hace, hace, hace por el simple hecho de la responsabilidad que tiene. Que atrás de uno hay mucha gente que esperando que demos el trabajo. Eso te da fuerza, vitalidad, te da energía, te da aliento. Saber que una es promotora de muchas familias que viven, gracias a nuestro a nuestro hacer.
Y, para finalizar, reflexiona sobre la importancia que tiene conservar siempre la humildad: "Lo que una tiene que saber es que en la vida estás allá arriba y allá abajo. Que uno tiene que caminar y besar el piso. Subirse a lo alto y bajar. Nada es eterno. Pero siempre, para adelante. Con mucha fuerza".
Agradecimientos: a la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) y a la Federación Argentina de la Industria de la Indumentaria y Afines (FAIIA, con la reciente incorporación de Daniela Rabinovich como la primera Presidenta mujer de su historia), son dos de las organizaciones que brindan capacitaciones y asesoramiento en diversas áreas para que las pymes puedan seguir creciendo y desarrollándose.
Fotos: Diego García
Video: Miranda Lucena
Edición de video: Cristian Calvani
