Silvina Luna le adjudica a su dura infancia la mala decisión que tomó y marcó su vida - Revista Para Ti
 

Silvina Luna le adjudica a su dura infancia la mala decisión que tomó y marcó su vida

La actriz recordó cómo fue su niñez y cómo afectó su autoestima, que la llevó a cometer "el peor error" de su vida.
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Cuando, en su charla íntima con Infobae, Silvina Luna recuerda el día en el que decidió someterse al tratamiento estético que le cambió (para mal) la vida, en 2011, lo sentencia como: “El peor error de mi vida -como titula- nació de la ignorancia, de creer que mi valía dependía del aspecto, de mi inseguridad, de la soledad, de la falta del consejo que mis viejos me hubiesen dado”, señala.

Cuando su interlocutor, Sebastián Soldano quiere profundizar en el origen de esa falta de confianza, afirma: “Mi autoestima fue un trabajo de años. Y todo tuvo origen en mi infancia”, revela. “Yo era una chica alegre pero muy solitaria. Creo que a mí me faltó amor”.

Cabe recordar que Silvina fue víctima de mala praxis, cuando el cirujano plástico Aníbal Lotocki (condenado a 4 años de prisión y 5 de inhabilitación para ejercer la medicina) le inyectó en piernas y muslos biopolímeros (polimetil metacrilato) que le generaron hipercalcemia e insuficiencia renal.

"Llegué a sentir que mis padres no me veían"

Hoy, cuando recuerda su niñez, reconoce que “en aquel entonces estaban demasiado inmersos en sus mambos y peleando mucho entre ellos”, dice la ex participante de El Hotel de los Famosos. Mientras explica que sus padres habían comenzado muy jóvenes su familia (tenían 22 años) y recuerda que “Eran como adolescentes intentando ser papás. Y llegué a sentir que no me veían. No... No me veían”, cuenta.

Silvina rememora momentos junto a su mamá, Roxana Chera, quien murió en 2008. Aunque, por otro lado, no tiene registro de demostraciones afectivas de su papá: "No recuerdo abrazos ni besos de su parte. Y hablamos de una época en la que la figura paterna es muy importante sobre todo en la vida de una mujer. Con el tiempo, lamentablemente, todas esas emociones se convierten en marcas”.

Se llamaba Sergio y trabajaba desde los 15 años. También tuvo una infancia difícil, ya que perdió a su mamá siendo muy chico. Murió a los 50 años, cuando estaba por comenzar sus años de retiro. Lo recuerda como "hosco, pesado y celoso”, define. “No dejaba que viniesen amigos a casa ni que me llamaran por teléfono... ¡Y menos si eran de Newell´s!”, bromea. “Había veces que él y yo pasábamos meses sin hablarnos, prácticamente sin relación”.

Silvina reconoció, además que en su casa el clima era hostil y que en algunas oportunidades su papá había ejercido violencia física hacia su mamá y que peleaban constantemente. Por ese motivo, a los 17 se fue de su casa y empezó a trabajar, mudándose de su Rosario natal a Buenos Aires.

Gracias a un gran trabajo interior, la mediática logró capitalizar sus vivencias, comprender a sus padres y usar sus emociones para vivir un presente positivo. “Mis viejos eran muy jóvenes, sin herramientas para el manejo de sus emociones y tratando de sobrevivir haciendo lo que podían con mucha frustración en sus propias vidas. Se veían en lugares sin elección y con bajadas de lo que debían ser, sintiendo que no existían otras posibilidades más allá de lo que veían”, analiza. “Es muy importante dejar de pensar tanto y tomar responsabilidad de elección sobre qué hacer con esto que me pasó, deshaciéndome de culpas y de emociones que no me dejan avanzar”, explica. “Yo perdoné a mis viejos. Los amo y los honro con gratitud, porque sé que hicieron lo que pudieron”.

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