Por lo general nos planteamos la vida con un propósito y trabajamos para cumplirlo. Estudiamos o trabajamos con esa idea directriz en la mente que nos va marcando el rumbo. Pero ¿qué sucede si algo cambia nuestros planes por completo? Algo inesperado que marca un antes y un después. Eso fue lo que le pasó a Valentina Vélez Pachón, la protagonista de esta edición de Las Elegidas, 14 años atrás.
Ella, de nacionalidad colombiana, se encontraba en sus últimos años de universidad en su país natal y planeaba venir a la Argentina a cursar su último año en la Universidad de Buenos Aires.
Y recibió una noticia más que inesperada: tenía diabetes. Una enfermedad que generalmente se asocia a personas mayores o con problemas de salud, con parientes que tienen el mismo diagnóstico. No era su caso pero ella, con algo más de 20 años, la tenía. Una noticia que no cuadraba para nada con su pasión por comer cosas dulces.
Hoy, 14 años después de ese diagnóstico, Valentina habla con orgullo de su emprendimiento, ese que encaró dispuesta a no resignarse a dejar de comer lo que le encantaba por su enfermedad. Porque, gracias a ella, y con el apoyo de Fernando (de la Peña, su marido) se animó a hacer su sueño realidad.
¿Cómo fue para vos recibir ese diagnóstico, siendo tan joven?
-Fue un momento horrible porque yo ni siquiera sabía qué era la diabetes. Y, para rematar, me tocó un médico un poco brusco, que me dijo: 'Si no te cuidas, vas a morir'. Me acuerdo que mi hermano me había acompañado y yo lo que hice, fue agarrar la hoja (con los resultados del análisis) y salir llorando. Había escuchado algo sobre la diabetes, en algún momento, pero no sabía qué implicaba la enfermedad como tal.
Si bien Valentina continuaba con su profesión, sabía que tenía un sueño por cumplir y eso se lo transmitió a su marido, desde que lo conoció. Y la visita de un amigo pastelero fue la excusa de comenzar a darle forma a este proyecto.
"Hoy sé que mientras te cuides como corresponde con la alimentación, suministrando la insulina (en mi caso, que tengo Diabetes tipo 1) y demás, no vas a tener ningún inconveniente. Supuestamente dicen que tenerla puede responder a nacer con la predisposición, o que un momento de mucho estrés te la pueda disparar".
Quizás los nervios de que te estabas por venir a instalar a la Argentina...
-En ese momento estaba en una universidad en Colombia, muy exigente a nivel académico. Estaba haciendo una pasantía y con todos los preparativos para el viaje, que consistía en venir a la Argentina a hacer mi último semestre en la UBA. Fue como un conjunto de cosas.
Y recibir el diagnóstico en ese contexto, describe, "era un montón: entender qué era la diabetes, cómo manejarla, cómo tratarla. Todo, muy a pesar de mi mamá y de mi papá, que no querían que me viniera. Solamente dos meses antes de viajar fui diagnosticada pero seguía adelante con mis planes".
"Y la verdad que agradezco enormemente haberme venido para acá, porque si bien extraño un montón de cosas de mi país (mis amigos, mi familia y demás) Argentina es un país que me ha abierto las puertas completamente, en donde vivo muy feliz".
¿Cómo fue que de terminar tus estudios comenzaste con el emprendimiento de pastelería?
-Llegué y arranqué mi último semestre en la UBA, en el 2009. También empecé a hacer mi maestría en políticas públicas y a trabajar en la administración pública. En el 2012 conozco yo a Fer (su marido).
"Siempre me gustaron los dulces y cuando me dijeron que ya no los podía consumir ¡fue peor, porque te dan todavía más ganas! Al principio buscaba productos dulces aptos para diabéticos en las dietéticas pero eran todos feos. Las tortas parecían demasiado secas Me quedaba pensando por qué no encontraba algo visualmente lindo y rico".
Así que Valentina dejó de lado lo que estaba haciendo y cambió el rumbo: "En aquel momento le comenté lo que pensaba a Mauro, un amigo mío de Colombia que se había ido a Europa a estudiar pastelería y cocina. Se entusiasmó con la idea y empezamos a probar recetas en la cocina de nuestra casa. Todos los días y los fines de semana estuvimos haciendo recetas durante un año, usando los ingredientes aptos y combinándolos de diferentes maneras".
Después de un año era momento de testear los resultados: "Cuando llegamos a una serie de productos que nos gustaron, invitamos a amigos y familiares, éramos más de 40 personas y les dimos a probar todas las recetas que teníamos para ver qué devolución nos daban. Y la verdad que ¡les gustaron a todo el mundo!
La idea se va transformando en marca
Ya era el momento de buscar dónde elaborar los productos: "Así empezamos y nos pusimos a buscar un lugar, equipamiento para la cocina, una agencia para armar la marca, proveedores".
"Finalmente la armamos y arrancamos en el 2018 en un local de 50 metros cuadrados que, en ese momento, nos servía. Empezamos vendiendo a nuestros primeros clientes de manera directa".
Al principio estaba sola porque su marido continuaba con su trabajo anterior, entonces ella estaba a cargo de todo. "Emprender es algo muy complicado pero a la vez muy satisfactorio. Me levantaba a las 3 de la mañana y volvía a casa a las 9 de la noche. Yo cocinaba, repartía, hacía las compras de proveedores, contestaba las redes. Me iba de dietética en dietética con la heladera para ofrecer el producto y en muchas me cerraban las puertas, porque no me conocían".
¿Cuándo se dieron cuenta de que empezaba a funcionar?
-En dos o tres comercios me aceptaron y los productos se empezaron a vender muy bien, las cosas comenzaron a avanzar y ahí buscamos una directora técnica. Al trabajar con alimentos es muy importante contar con una persona especializada para hacer las cosas bien, sobre todo cuando las tenés que hacer en escala.
"Del local de Palermo pasamos a la fábrica que tenemos en Villa Maipú, de 300 metros cuadrados. Registramos la marca, los productos. Y el proceso: esto es muy importante para las personas con celiaquía, porque hay muchos productos que se venden capaz dicen 'sin gluten', pero no están realmente registrados. En una planta registrada 'libre de gluten' todos nuestros productos cuentan con el logo sin TAC y están registrados con sus respectivos RNPA".
Tiempo después Fernando renunció a su trabajo "y empezamos a trabajar los dos de la mano con nuestra directora técnica. Hoy tenemos 400 puntos de venta, tanto en Capital como en el Gran Buenos Aires y algunos puntos del interior".
Valentina define, entusiasmada, la misión que tiene con su marca, de "acompañar a todas las personas con diabetes o con celiaquía o que realizan una dieta bajo en carbohidratos, o que no pueden consumir algún algún lácteo o que realizan alguna dieta cetogénica".
Hoy elaboran sus productos de pastelería sin azúcar, sin TACC y low carb. Son postres, panes, budines y panettone. Algunos de estos productos también son aptos para personas que no quieren o pueden consumir lácteos y para los que llevan una dieta keto o cetogénica.
La importancia del trabajo en equipo
Hoy el emprendimiento de Valentina y Fernando ya tiene cinco años. Y van por más. "Cuando te ponés a mirar el camino recorrido, te das cuenta de que fuimos sorteando muchas cosas difíciles juntos. Él siempre supo cuál era mi sueño y fue el que me impulsó y me apoyó. Me alentaba, 'Concéntrate en esto que yo te banco'".
Aunque, reconoce, "también, por momentos, es difícil trabajar juntos. Hemos aprendido también a manejarnos, a repartirnos las tareas. Ahora, con nuestro bebé que tiene un añito. El nacimiento de Benjamín fue una transición, un momento difícil porque cuando quedé embarazada, trabajé hasta los siete meses", recuerda Valentina.
Fotos: Diego García
Video: Martina Cretella
Edición de video: Rocío Bustos