El Chaco Salteño es un rincón mágico de Argentina donde la tradición y la ganadería se entrelazan en la vida de sus habitantes criollos. Yamila Belén Contreras, nació en Salta Capital, donde su mamá trabajaba como doméstica, pero los costos de vida eran grandes, por lo que tuvieron que regresar al campo a casa de su abuela en Morillo, una localidad al norte de la provincia donde vivió hasta los tres años. Yamila, personifica la fusión de culturas, valores y sabiduría de la región.
Nacida en una familia que valora la conexión con la tierra, la tradición y la unidad familiar, puso su foco en la formación de sus compañeras en tecnologías de la información y la defensa de la igualdad de género como bandera. "Nos se puede estar desconectada en el mundo actual y en el territorio de más distancias del país. Conectarnos al mundo nos ha permitido comercializar nuestros productos, capacitarnos, ser parte de redes y acceder a nuestros derechos”.
Es maravilloso ver su dedicación y compromiso en ayudar a otras mujeres y a su comunidad. Su clara motivación proviene de un profundo deseo de justicia y dignidad para todos y especialmente las mujeres. La influencia de su madre y sus fuertes convicciones, han dejado una huella significativa en su vida, y es ese sentido de propósito que la impulsa a seguir adelante, a pesar de los desafíos y obstáculos.
Su destino la llevó lejos de casa, historia que se repite constantemente en la región. En aquellos años de su infancia, su padre era muy joven, y buscó oportunidades en Buenos Aires, llevando a su familia a la gran ciudad, específicamente a La Plata, ahí Yamila estudió, hasta finalizar la primaria, y fue cuando a su padre le dieron el pase, y se vuelven a trasladar al sur de la provincia de Buenos Aires, cerca de Bahía Blanca, donde estudió la carrera de técnico superior en seguridad e higiene, carrera de la que se recibió.
Desde entonces ha dedicado gran parte de su vida a formarse y educarse continuamente, incluso a dar su tiempo al voluntariado en la organización civil Raíces Norteñas, donde desde hace muchos años forma parte.
Yamila se mantuvo conectada con sus raíces desde entonces y para siempre. Siempre pensando como volver y aportar lo aprendido a su terruño. Con el tiempo, el amor por su tierra y su comunidad la impulsó a encontrarse con otras mujeres para construir objetivos comunes. La pasión con la que habla trasmite resiliencia y determinación, que es innegable fueron el motor para superar los obstáculos que parecían invencibles en su juventud.
A los 20 años, ella y su familia tomaron una decisión significativa, con la muerte de su abuela, su madre y hermanas vuelven al campo, para hacerse cargo de las tierras, de las cuales fueron poseedores, y donde actualmente ejercen un rol administrativo. Este regreso no solo fue un viaje geográfico, sino un retorno a las raíces, a una cultura que valora la unión familiar y la vida en armonía con la naturaleza. Para ellos, la fuerza del vínculo entre generaciones, la cercanía del monte, era una parte fundamental de su identidad.
Pero Yamila no se detuvo allí. Gracias a la Fundación Gran Chaco, se convirtió en tutora TIC en los Centros de Conectividad NANUM, una iniciativa de Redes Chaco en Argentina, Bolivia y Paraguay, lo que le permitió combinar su amor por el Chaco con su entusiasmo por la tecnología digital, empoderando a las mujeres de su comunidad a través del acceso a la tecnología.
Como tutora TIC, su labor también consiste en proporcionar capacitaciones a mujeres emprendedoras en Womek, abordando temas clave como la inclusión digital, financiera y estrategias de negocios, esta actividad le permitió participar en mesas de diálogo en Paraguay , con grandes resultados para poder seguir ayudando a su comunidad.
En este proceso, el apoyo y la comprensión de su familia ha sido fundamental, su madre el gran pilar de su vida, es su guía. Su familia es su equipo , juntas toman las decisiones, y con quienes disfruta la crianza de su niña de 5 años.
Yamila trabaja en la promoción de la alfabetización digital en su comunidad, empoderando a las mujeres chaqueñas y brindándoles las habilidades necesarias para prosperar en un mundo cada vez más conectado, construyendo puentes que conectan a las mujeres de su comunidad con oportunidades más allá de sus fronteras.
Su enfoque en la esperanza y la convicción de que nada es imposible, es una inspiración para aquellos que la rodean y para quienes buscan apoyo y orientación, su función de acompañamiento y asesoramiento es un valor incalculable. Al proporcionar una mano amiga a quienes atraviesan situaciones difíciles, marca una diferencia significativa en la vida de su comunidad.
Sueña para que los sueños de otras mujeres se hagan realidad: sueña que las mujeres de su región sean titulares registrales, dueñas de su tierra y que tengan acceso a una educación de calidad, servicios de salud adecuados y la posibilidad de explorar oportunidades más allá de sus comunidades rurales. Trabaja fervientemente en pos de la igualdad y la prevención de la violencia de género.
Los sueños de Yamila son un recordatorio de que las tradiciones y la tecnología pueden coexistir, que el pasado y el futuro pueden unirse para crear un mundo mejor. Ella es una líder que teje historias, culturas y comunidades, tejiendo el futuro del Gran Chaco Salteño con hilos de tradición e innovación. Su vida es un testimonio de la fuerza de la familia, la conexión con la tierra y el impulso para construir un mundo más igualitario especialmente para las mujeres y niñas.
Su trabajo constante y dedicado a las mujeres de su comunidad refleja una profunda compasión y empatía, su persistencia y disposición para superar desafíos con la ayuda a otros son cualidades verdaderamente encomiables. El trabajo de Yamila continua incansablemente , contra viento y marea, cada acto de bondad y cada momento de apoyo contribuyen a crear un entorno más justo y compasivo para todos, en su comunidad.
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