#Placeres: Hablemos de poliamor, relaciones abiertas y de exclusividad... Así son los nuevos vínculos - Revista Para Ti
 

#Placeres: Hablemos de poliamor, relaciones abiertas y de exclusividad... Así son los nuevos vínculos

Hoy nos encontramos con diferentes modos de relacionarnos erótica-sexo-afectivamente, que van desde la exclusividad sexual en una relación monogámica única y tradicional, hasta la no exclusividad. De este modo la “relación de pareja” monogámica es ponderada como la única relación, la que es sexual y amorosa y se transforma en la más importante por sobre todas las demás relaciones, como la amistad, la familia de origen, compañeros de trabajo, entre otras. El análisis de la sexóloga clínica y educativa Analía Lilian Pereyra.
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Cuando decimos Amor libre nos referimos a un término paraguas, que abarca todas las relaciones no monogámicas, todos los vínculos sexo-afectivos o románticos o amistades sexuales no monogámicos.


El Poliamor es un tipo de relación no monogámica en la que se establecen vínculos sexo-afectivos estables y paralelos, suelen ser en general relaciones estables, sin encuentros casuales, no suele tener sexo casual con otras personas y también puede haber relaciones de pareja sin vínculo sexual. La idea directriz del poliamor es que una sola persona no puede compartir todas tus expectativas, para lo cual no es necesario separarte ni engañar, para ello existe la posibilidad de contar con múltiples relaciones significativas.


Relación Abierta implica que hay una pareja monogámica principal y se habilitan las posibilidades de tener otros encuentros sexuales y eróticos con otras personas, sin que ello signifique compromiso afectivo, muchas veces sólo son encuentros sexuales esporádicos y a veces no se repiten las personas.


¿Estamos actualmente cuestionando nuestras prácticas sexo-afectivas más íntimas? ¿Nos animamos a revisar cómo moldea el sistema patriarcal nuestros modos de sentir y de vincularnos sexualmente con otras personas? Quizás a partir del deseo, ese deseo que es producido culturalmente, podemos permitirnos revisar algo de estos modos de vincularnos sexo-afectivamente que consideramos tan propio.

En cada época las personas desean cosas diferentes, introyectamos deseos y producimos el mundo tal cual es. Eso que consideramos tan privado, íntimo, es en realidad el efecto sofisticado de un disciplinamiento social, cuyo único objetivo es el mantenimiento del statu quo y la reproducción de la especie.


El deseo como producción social enmarca a la persona y su cultura y, en ella están las influencias de las masas, los medios de comunicación y los objetos de consumo; esos que nos invaden como productos y objetos y van permeando nuestros deseos.


Esta cultura ¿qué deseo sexual enmarca? Pareciera que deseamos hacer en nuestras vinculaciones mucho de lo que nos muestra el porno mainstream, prácticas donde las mujeres están sometidas a las voluntades de varones y disfrutan con ese sometimiento, prácticas de penetraciones simultáneas y gritos orgásmicos planetarios, prácticas donde salen chorros de las vaginas y donde siempre hay eyaculación y orgasmo. Una cultura pornificada que va moldeando el deseo erótico y lo convierte en eso que queremos hacer sí o sí.


¿Si conocemos otras prácticas sexuales podremos producir nuevos deseos y nuevas subjetividades? Podríamos pensar que nutrir la erótica, impregnando todos nuestros sentidos nos lleva a la posibilidad de explorar en la soledad de nuestra intimidad qué es realmente lo que nos conecta con el disfrute y qué es lo que queremos o nos animamos a hacer en un encuentro con otra/s personas, abriendo a las experiencias y quitando etiquetas condicionantes en las propias prácticas. Por ejemplo, prácticas sin penetración vaginal, prácticas de penetración anal a varones por parte de sus parejas heterosexuales, prácticas de caricias en todo el cuerpo sin contacto genital, prácticas de besos y de conexión con las miradas y los olores, roces de cuerpos y uso de geles, lubricantes y juguetes.


Más allá de la relación vincular que “elijan” sostener en la actualidad o intentar experimentar, algo que resulta indispensable es la necesidad de salir del guión armado culturalmente en torno al encuentro sexual y permitirse sentir en la plenitud de su ser erótico, conectado con su cuerpo y en armonía con todo su sentir.


¿Dónde aprendemos de sexo como actividad placentera? Ya vimos que la pornografía hace su parte y también en la educación sexual recibida de cualquier modo, con tabúes, con silencios, con información y con muchos condicionantes.


Está bueno preguntarnos: estos modos “alternativos” de relacionarnos sexo afectivamente, como poliamores, relaciones abiertas, experiencias swinger, tríos ¿pueden ser sostenidos en personas cuya educación ha sido impregnada por el modelo de amor romántico, la pareja monógama y la posesividad?


En principio, si no deconstruimos todo este bagaje cultural que llevamos impregnado de armar y llevar adelante un modelo de pareja monógama, con un deseo formateado y un disfrute estandarizado, los otros tipos de relaciones van a ser difíciles de sostener. Y dejando en claro que también que el mismo modelo de la monogamia con su exclusividad sexual nos resulta difícil de sostener, porque el deseo necesita novedad y la cotidianeidad lo apaga.


Es indispensable focalizar en los afectos, en las relaciones cuidadas, en el amor, la amistad, revisar los malos hábitos aprendidos que tenemos a la hora de relacionarnos. Los celos, la posesividad, el engaño, la traición en pos de lo culturalmente establecido y de los contratos en los que dimos el sí sin poder sostener a largo plazo.

Comiencen el recorrido exploratorio por otros modos de vinculaciones eróticas afectivas que son igual de legítimas que las monogámicas, ya que la diversidad de relaciones es amplia y amar a una sola persona puede no ser la única forma de amar.

Fuente: Lic. Analía Lilian Pereyra, Sexóloga clínica y educativa, MP 1773.
IG: @licenciadaanaliapereyra

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