Son muchos los estudios desarrollados en los últimos años acerca de sus aportes para la salud, pero ha sido desde la inclusión de los frutos secos en la base de la pirámide nutricional de la dieta mediterránea cuando la comunidad científica internacional ha reconocido todos los efectos beneficiosos de estos alimentos sobre la salud. Investigadores y médicos coinciden en señalar, basándose en estudios epidemiológicos y clínicos, que los frutos secos son indispensables para preservar el bienestar y la salud de las personas.
Los frutos secos contienen una serie de sustancias nutritivas valiosas para la nutrición humana. Cabe destacar, principalmente, entre éstas, las proteínas, la fibra vegetal y las grasas insaturadas, con elevados niveles de ácidos grasos esenciales, minerales y vitaminas, especialmente las vitaminas E, A, B1 y B2.
Las innumerables virtudes que tienen
Se entiende por fruto seco o de cáscara, aquel cuya parte comestible posee en su composición menos del 50 por ciento de agua. Por tanto son frutos secos las almendras, avellanas, nueces pecanas, piñones, pistachos y nueces comunes. Los frutos secos contienen, además, muchas proteínas -en algunos casos más del 20 por ciento-, muy por encima de la mayoría de comestibles vegetales. Otro factor beneficioso es el contenido relativamente elevado en fibra vegetal, cuya ingestión se encuentra a niveles demasiado bajos en los países industrializados, que se sitúan en una media inferior a los 20 g por día.
La fibra vegetal no solamente es indispensable para regular el tránsito intestinal, sino que reduce también el riesgo de contraer diversas enfermedades, entre ellas el cáncer de colon.
Los frutos secos son además, una fuente extraordinaria de vitamina E, con efectos antioxidantes. El efecto fisiológico de la vitamina E radica en impedir la oxidación del colesterol LDL en la sangre, disminuyendo el riesgo de arteriosclerosis.
Por otra parte recientes estudios destacan la elevada concentración de antioxidantes que poseen los frutos secos. Esto podrían prevenir al organismo de padecer enfermedad cardiovascular y el estrés oxidativo.
¿Grasas: sí o no?
El contenido en grasas de las almendras, avellanas, nueces pecanas, piñones, pistachos y nueces es mayoritariamente de tipo insaturado (poli o monoinsaturado), y ayuda a controlar los niveles de triglicéridos y colesterol en sangre. Algunos frutos secos, como las nueces, son también ricos en ácido linolénico, ácido graso de tipo omega 3 que resulta beneficioso para el corazón.
Se acostumbra a criticar el alto contenido graso de los frutos secos, a pesar de que se trata de una grasa “buena”. Sin embargo, las grasas que contienen los frutos secos se adaptan de forma ideal a los requisitos del organismo. De todos modos, se recomiendan ingerirlos de manera controlada, por su alto aporte calórico.