Corría el año 2009 y el productor Ryan Murphy daba a luz un producto diferente, con todos los condimentos para ser un éxito: una buena historia que transcurría en un colegio secundario, que por primera vez ponía sobre la mesa temas como el racismo, el bullying, la sexualidad adolescente, los atentados, entre otros, con una visión acorde a los tiempos que corrían. Los talentosos actores y actrices del elenco cantaban y bailaban al nivel de Broadway. Y hubo varias estrellas consagradas que no dudaron en participar en Glee, como Ricky Martin, Gwyneth Paltrow, Kate Hudson, Gloria Stefan y hasta Britney Spears, quien hizo un cameo en el capítulo dedicado a su carrera musical.
Lo que nadie iba a imaginar era el triste final que tuvieron varios de sus protagonistas. En 2013, cuando la serie todavía estaba en emisión, Cory Monteith, que interpretaba a Finn Hudson (uno de los protagonistas) falleció de una sobredosis en un hotel de Vancouver a los 31 años. El actor, que estaba comprometido con Lea Michele (Rachel Berry), su novia en la ficción y en la vida real, ya había sufrido problemas con las drogas con anterioridad: había empezado con su consumo a los 13 años y a los 19 ya había entrado a un centro de rehabilitación. Además de la terrible pérdida, la producción tuvo que lidiar con la adaptación de la historia y darle un nuevo rumbo. Se filmaron dos temporadas más pero ya no fue lo mismo sin un personaje tan especial.
En diciembre de 2015 ocurre otro episodio polémico con uno de los ex integrantes del elenco: Mark Salling (Noah Puckerman) es arrestado por posesión de pornografía infantil, después de la información que había obtenido la policía de una de sus anteriores parejas, quien lo había denunciado por violación. Por tal motivo, fue acusado y condenado, proceso que duró tres años. Antes de que la condena quedara firme y Salling tuviera que ir a prisión, se quitó la vida en 2018.
La actriz Melissa Benoist, que formaba parte de la segunda generación de Glee interpretando a Marley Roast, había tenido uno de los romances más emblemáticos detrás de las cámaras con Blake Jenner, también actor de la serie (Ryder Lynn). Eran la pareja ideal y, de hecho, se casaron en 2013 hasta que en 2017 se divorciaron. Tiempo después, la actriz reveló que había sido víctima de violencia de género: “Aprendí lo que se siente al ser inmovilizada y abofeteada repetidamente, golpeada con tanta fuerza que sentí que me quedaba sin aire, arrastrada por el pelo por el suelo, golpeada en la cabeza, pellizcada hasta que se me rompía la piel, estrellada contra la pared, ahogada”, reveló en un vídeo de Instagram. No mencionaba a Jenner pero no cabía ninguna duda que se refería a él. La peor golpiza que recibió y que la envalentonó a dejarlo definitivamente, fue cuando Jenner le tiró un celular a la cara, le rompió el iris del ojo y también la nariz. En el hospital dijo que se había caído pero pronto tuvo que contarle lo que estaba viviendo a su entorno, quien ya sospechaba de las agresiones porque cada tanto la veían con moretones.
En julio de 2020 se conoció la última tragedia del elenco de Glee. La actriz Naya Rivera había alquilado un bote en el lago Piru para navegar junto a su hijo de cuatro años. Horas después, la embarcación apareció a la deriva, con el pequeño solo, durmiendo en su interior y sin rastros de su mamá. Estuvo desaparecida varios días, hasta que encontraron su cuerpo cinco días después. La causa de muerte oficial fue “ahogamiento”, ya que no presentaba signos de violencia ni presencia de drogas ni alcohol.
En tiempos de "Black Lives Matters", Lea Michelle quiso sumarse a la causa, manifestando públicamente su rechazo al abuso policial. Poco después la actriz Samantha Ware, que trabajó con ella en Glee a partir de la sexta temporada, dio a conocer algunas internas que ocurrían durante el rodaje de la serie: “Quizá tocaba predicar menos falso apoyo online hacia las personas negras y podía tratar mejor a las que se cruzaban en su vida porque, en mi caso, hizo de mi vida un infierno. Lo supe desde el primer día cuando intenté presentarme y ella decidió que yo no era de su agrado”, explicó a Variety. “Lo noté desde mi primera actuación: los silencios, las miradas por encima del hombre, los comentarios en voz baja, su extraña pasivo-agresividad”. La actriz daba a conocer, de esta manera, una historia que se conocía pero que nadie revelaba: el ambiente tóxico que había en el set de rodaje de Glee.
Era una paradoja porque la serie predicaba sobre la amistad, la diversidad y la capacidad de los jóvenes de salir adelante: su himno no era Don’t stop believin, un tema musical que recorre esta idea. Aparentemente, los personajes, entre supuestos momentos de amistad, componían un nido de víboras que se traicionaban e insultaban vilmente entre episodios. Fue una serie con un mensaje en la teoría y otro en la práctica.
Más información en parati.com.ar