Lujo, elegancia y sofisticación se vieron sobre una pasarela casi monocromática pero con muchas texturas de la mano de Saint Laurent.
Otro año más la Plaza de Trocadero se convierte en el escenario perfecto para Saint Laurent. En el segundo día de la semana de la moda en París, uno de los desfiles más esperados de la temporada deslumbró con una colección de invierno de impronta rockera.
Con la mítica Torre Eiffel de fondo y una pasarela ambientada como una discoteca, las musas -entre ellas, la modelo del momento, Kaia Gerber- desfilaron enfundadas en terciopelo, muselinas, cuero, encajes y plumas todas de negro estricto.
La nueva propuesta en realidad no es tan nueva ya que sigue la línea impuesta por el director creativo Anthony Vaccarello -la tonalidad, las hombreras y el cuero, reviviendo el ADN de la firma.
Esta es la quinta colección de Vaccarello, que dividió la presentación en dos momentos: “El desfile empieza con siluetas oscuras, con una elegancia afilada y misteriosa, y luego todo se transforma en una atmósfera colorida y opulenta”, detalló Vaccarello, esta última en alusión directa a la icónica colección Paysanne russe de 1976.
Entre los clásicos, reversionaron las prendas que asentaban la silueta femenina, alargando las piernas a través de vestidos cortos, mini shorts y abrigos.
La línea masculina también se presentó también con ausencia total de color, pantalones de terciopelo, abrigos largos, botas con puntera.