En la actualidad es muy común encontrar parejas que deciden tener un solo hijo, esta decisión puede estar basada en muchas razones: situación económica, tiempo de los padres para cuidar a los chicos o por la facilidad de cuidar un hijo en lugar de dos o tres.
Sin embargo, la personalidad de un chico no dependerá sólo de su condición de hijo único. Su evolución, como la de cualquier otro, dependerá de la educación que le den sus padres. El hijo único puede tener un desarrollo tan sano como el de un hijo con hermanos.
Lo fundamental es el afecto
La relación madre-hijo es fundamental para la constitución subjetiva del niño desde los primeros días de vida. Es la madre quien a través de sus caricias, miradas y palabras va moldeando en la psiquis del bebé su personalidad. Cada niño es único para su madre y la relación entre ellos es especial y particular, tenga o no hermanos.
Un niño que es criado rodeado de afectos, con una madre atenta a sus necesidades, que ofrece el espacio para que su hijo pueda descubrirse como un ser diferente a su madre y con deseos propios, será un adulto seguro de sí mismo y le dará la posibilidad de, más adelante, poder independizarse de mamá sin angustia.
A medida que el niño crece es importante estar atentos a que vaya comprendiendo que no es el centro del universo y que, poco a poco, es él quien debe ir adaptándose a dicho universo y no a la inversa. Para ello la puesta de límites con cariño es clave.
¿Los hijos únicos son chicos más solitarios?
¿La soledad es característica en estos niños a diferencia de los niños con hermanos? El juego paralelo es natural en los niños más pequeños. En una misma sala se pueden observar varios niños, cada uno jugando a su juego, con sus propias reglas y tiempos.
Es a medida que crece que comienza el intercambio y el juego compartido ya que el niño debe tener desarrollada la capacidad de comprender las reglas, la espera y el intercambio.
Una vez que el niño ingresa al jardín de infantes comienza su socialización con pares y el compartir pasa a ser un aprendizaje enriquecedor. En la temprana infancia es natural para cualquier chico, con o sin hermanos, tener un fuerte sentimiento de posesividad y no querer prestar sus juguetes.
Este comportamiento tiene más que ver con un estado propio del desarrollo, relacionado también con la toma de conciencia de sí mismo, que con tener o no hermanos.
Bajar las exigencias
El problema de crecer sin hermanos puede ser que todas las expectativas y las exigencias familiares estén puestas sobre él. Tal vez sea por eso que algunos estudios señalan que un hijo único crece con ideas de vencedor, debido a que sus padres proyectan en él sus propias ilusiones y siempre le exigen dar lo mejor de sí mismo.
Pero nada es tan definitivo. Tanto los hijos únicos como los que tienen hermanos pasan por las mismas situaciones. No es posible medir las cualidades o defectos en relación a si un niño es hijo único o tiene hermanos.