Su mirada pícara la delata, ¡está viviendo un sueño! Es que a los 73 años la arquitecta Victoria Tobar Barra acaba de lanzar Piezaunica, su primera exposición de tapices de fieltro que estará por tiempo indeterminado en Será Vintage Boutique en Recoleta. Además, en ese mismo showroom de diseño se puede encontrar su línea de ropa y accesorios hechos con lana de oveja y seda.
“No puedo creer lo que son las coincidencias y las vueltas de la vida. Siempre me pareció fantástico el caso de Louise Bourgeois. Ella fue una artista textil francesa que tenía un perfil bajísimo hasta que hizo su primera muestra a los 73 y saltó a la fama de inmediato. Me parecía algo increíble –cuenta sin disimular el asombro–. Y ahora no puedo creer que me esté sucediendo a mí. Me siento muy identificada con ella y me encanta. Estoy viviendo esta etapa de mi vida con mucha alegría”.
Si bien Toia (como la conoce todo el mundo) nació y se crió en Chile, hace 46 años se radicó en Argentina para casarse con el médico porteño Hernán Gómez Llambi, a quien conoció en un viaje relámpago a Machu Picchu. Durante los primeros años se dedicó de lleno a sus hijos –Gabriela (43), Camila (42) y Eugenio (36)– pero una vez que empezaron el colegio, volvió a su primer amor: la arquitectura.
“Me dedicaba más que nada al trabajo de oficina y a proyectar planos, aunque de vez en cuando me tocaba ir a dirigir obras grandes en la calle. Hice bastantes casas en countries de Buenos Aires”, aclara sobre un pasado que pareciera no tener nada que ver con su presente.
Su vocación por el fieltro se despertó en el año 2009 cuando se compró un vestido hecho con esta técnica oriental y sintió un amor a primera vista: “No tuve ninguna duda, eso era lo que yo quería hacer el resto de mi vida. ¡Es tan maravilloso! Pensá que es el primer textil de la humanidad, tiene origen en lugares como Mongolia, Rusia y Japón. Ellos descubrieron que si amasaban la lana de oveja con agua y jabón se enredaba a tal punto que se volvía completamente impermeable. Entonces empezaron a hacer desde zapatos y ropa hasta carpas gigantes. Hoy esta técnica es toda una obra de arte”.
El primer curso que tomó fue en el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) y, desde entonces, nunca más paró de formarse, probar, amasar, teñir y aprender. “Las primeras veces que vendí prendas hechas con fieltro fue porque mis amigas me lo pedían, entonces armaba reuniones en el living de casa y me compraban todo (se ríe). Pero de a poco el boca en boca fue haciéndose más importante hasta que hace dos años me ofrecieron dejar mis colecciones en Será Vintage (N. de la R.: hay que pedir cita previa a través de sus redes sociales, @sera_vintage) bajo consignación”, explica lookeada de pies a cabeza por su propia marca.
Según dice, su gran sueño realizado es saber que sus tapices están adornando las casas de otras personas. “¡Ojalá se vendan todos los tapices! No por el dinero, sino porque apuesto a que se imponga el arte textil. Esta exposición es un sueño hecho realidad”, declara la artista Victoria Tobar Barra en la primera entrevista de su vida.
-¿Cuánto de la arquitecta hay detrás de cada pieza?
-Uy, mucho. Los arquitectos tenemos una visión espacial que fácilmente nos permite llevar ideas del plano al 3D. También es un plus a la hora de componer los colores o las estructuras. Me sale naturalmente saber cómo combinar. Es algo inevitable, me doy cuenta de que en cada pieza que hago pongo en práctica todo lo que aprendí como arquitecta.
-Si pudieras volver el tiempo atrás, ¿qué harías con tu carrera?
-¡Haría una empresa de ropa de fieltro! Si fuese más joven, sin dudas lanzaría una marca con empleados, exportaciones y buscaría la veta comercial. Pero a mis 73 años sólo me emociona la parte lúdica y el placer que me da crear. Cada prenda es como embarcarse en un viaje único que lleva tiempo y dedicación.
-¿Cuánto te lleva hacer un saco como el que tenés puesto ahora, por ejemplo?
-Entre cuatro y seis días, porque yo me encargo de todo: desde comprar la lana hasta teñir el fieltro, amasarlo y luego, recién, confeccionar cada prenda. Muchos de mis diseños los hice en 3D, o sea sin costuras. Los fui armando sobre un molde. De hecho, empecé a hacer tapices porque me di cuenta de que el fieltro tiene mucha expresión artística. Lo trabajo como si estuviera pintando, funciona como un cuadro. Yo pinto con las lanas.
-¿Pensaste en abrir un local a la calle?
-No, no. No me daría el tiempo. La realidad es que al ocuparme de todo sólo puedo hacer poquitas prendas y únicas. No hago dos cosas iguales. Imaginate si alguien me quiere comprar cien sacos, ¡¿cómo hago?! (se ríe divertida). Me da placer mantenerlo en un nivel artesanal. Eso sí: es un alivio dejar las colecciones en consignación en el showroom de Recoleta y ya no vender en el living de casa. Prefiero que alguien se encargue de eso que es la parte que menos me gusta.
-¿Sentís que este emprendimiento te mantiene el espíritu joven?
-Sí, ¡totalmente! Hacer fieltro me mantiene joven porque me conecta con lo que pasa en el mundo, con el tema de las redes y estoy conociendo gente constantemente. Es más, ¡en mi vida me imaginé que podría salir en la Para Ti! (risas). Sin dudas, la vida te da sorpresas. ¿Y te animarías a confeccionar una carpa de fieltro como hacían los mongoles en la antigüedad? Sí, sería interesante hacer una carpa de grandes dimensiones. Ojo, debe ser difícil de amasar y llevar a cabo, necesitaría hacerlo con más gente. Ya tengo en mente a un par de amigas que se animarían (se ríe). Pero sería un desafío hermoso que uniría mis dos pasiones.
Textos: Agustina D'Andraia ([email protected])
(Fotos: Fabián Uset/ Para Ti)